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Las diversas y a veces contradictorias doctrinas que llevan el nombre de La Cábala, proceden de un concepto del todo ajeno a nuestra mente occidental: el concepto de un libro sagrado. El curioso "modus operandi" de los cabalistas, está basado en una premisa lógica: la idea de que la Escritura Sagrada es un texto absoluto, y en un texto absoluto nada puede ser obra del azar. Desde luego no hay textos absolutos: en todo caso los textos humanos no lo son. Pero es un texto redactado por una inteligencia infinita. ¿Por qué suponer alguna grieta? Todo tiene que ser fatal. Y de esa fatalidad, los cabalistas - a fuerza de transponer letras, de leer oblicuamente el texto, de modificar letras y de buscar un sentido simbólico a las palabras - dedujeron ese sistema que se llama la Cábala. Creo que ese sistema no es una pieza de museo de la historia de la filosofía. Ese sistema creo que tiene un aplicación. Ese sistema puede servirnos no sólo como curiosidad de la historia filosófica. Puede servirnos para pensar, quizá para comprender - o la palabra es demasiado ambiciosa - para tratar de comprender el universo.
Al igual que Madonna y Philip K Dick, Borges era fan de la Cábala. Bueno, de la cultura judía en general, y de la Cábala en particular. La idea que hubiera un orden en el mundo aunque sea secreto, le era muy cara, y está relacionada con el símbolo del laberinto. En ese sentido, también le gustaba mencionar la máquina lógica de Ramón Llull.
Hoy sabemos que la mera combinatoria no sirve para comprobar la verdad o falsedad de las proposiciones, ya que los sistemas lógicos, a partir de cierto grado de complejidad, son incompletos. No puede existir un texto aboluto ni siquiera para una inteligencia infinita, porque sus significados no se agotan nunca.