jueves, 27 de octubre de 2011

Argumentum Ornitologicum


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He escrito mucho sobre Dios, inclusive he escrito una demostración casi humorística sobre su existencia. Pero al fin de cuentas, no sé si creo en Dios... Creo que algo, no nosotros, está detrás de las cosas. Pero respecto a Dios... Tengo miedo de creer en Dios porque los humanos siempre creemos en Dios más por autocompasión que por otra cosa. Es horrible, vergonzoso, que la lástima por nosotros mismos y por los demás, nos lleve a invocar a Dios. Prefiero decir como Shaw: "En vista de las circunstancias, he renunciado a las bondades del cielo". Quizás el infierno es un sitio más digno. Cada vez que caemos en la tentación de creer en una divinidad, deberíamos recordar a Santa Teresa: "No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido". Creo que basta un dolor de muelas para negar la existencia de un Dios Todopoderoso. Yo no entiendo a Unamuno, porque Unamuno escribió que Dios para él era proveedor de inmortalidad, que no podía creer en un Dios que no creyera en la inmortalidad. Yo no veo nada de eso. Puede que haya un Dios que desee que yo no siga viviendo, o que piense que el universo no me necesita. Después de todo no me necesitó hasta 1899, cuando nací. Fui dejado de lado hasta entonces.

La "prueba humorística" de la existencia de Dios es una parodia del argumento ontológico de San Anselmo, titulada "Argumentum Ornithologicum", y que dice así:

“Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe cuántos pájaros vi. Si Dios no existe, el número es indefinido, porque nadie pudo llevar la cuenta. En tal caso, vi menos de diez pájaros (digamos) y más de uno, pero no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos. Vi un número entre diez y uno, que no es nueve, ocho, siete, seis, cinco, etcétera. Ese número entero es inconcebible; ergo, Dios existe.”

Buscando la cita de Shaw, he encontrado una variante más completa de este borgismo.

La idea de la dignidad del infierno es de Dante. La de la inexistencia anterior al nacimiento, equivalente a la muerte, de Epicuro. Las reflexiones de Unamuno sobre la inmortalidad se encuentran principalmente en "Del sentimiento trágico de la vida".

1 comentario:

  1. El infierno es una de las cosas más dignas que hay. Seguro. Hay que hacer méritos.

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